jueves, 28 de enero de 2021

Fervor de Buenos Aires - Jorge Luís Borges (1923)


"En aquel tiempo, buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha; ahora, las mañanas, el centro y la serenidad.". J.L.B (1969)

En el año 1923 se edita por primera vez "Fervor de Buenos Aires". Borges tenía entonces 24 años y hacía sólo unos dos años que había vuelto a Argentina después de haber vivido en Europa con su familia siete años. De ese reencuentro con su ciudad natal surge este poemario. 

En el poema Arrabal (dedicado al poeta - y que además era su cuñado - Guillermo de Torre) nos dice:

"[...] y sentí Buenos Aires.
Esta ciudad que yo creí mi pasado
es mi porvenir, mi presente;
los años que he vivido en Europa son ilusorios,
yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires." 

"Fervor de Buenos Aires" está dedicado a su madre, Leonor Acevedo de Borges, que murió en el año 1975 y que está enterrada en el cementerio de la Recoleta. Digo esto como simple curiosidad, porque el primer poema está dedicado justamente a ese cementerio, lugar donde está - y será - enterrada su familia. Sin embargo Borges está enterrado muy lejos de allí, en el cementerio de Plainpalais de Ginebra, a pesar de que - parece ser - que su voluntad era estar enterrado en su ciudad natal con su familia. 

Portada de la primera edición diseñada
por su hermana, Norah Borges

Si hacemos una ruta visual a través de sus poemas podemos vernos pasear entre los bellos sepulcros de La Recoleta; sentarnos en un banco a mirar las antiguas estrellas sintiendo el olor de jazmín y madreselva del poema El Sur; encontrarnos en una calle ignorada, donde "la medianía de las casas, las modestas balaustradas y llamadores" entran en nuestro "vano corazón con limpidez de lágrima" (del poema Calle desconocida); descubrir qué "grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe", del poema El Patio y nos echaremos a "caminar por las calles" después de un temporal de lluvia en Barrio recuperado.

Pero no son sólo lugares los que ocupan el interés del poeta; también dedica versos a su bisabuelo Isidoro Suárez (Inscripción sepulcral) o al dictador y tirano argentino Juan Manuel de Rosas (Rosas), por ejemplo, y un poema de amor a la que era su novia en aquel entonces, Concepción Guerrero, titulado Sábados.

Borges en 1921

Siempre vale la pena leer a Borges, a mí de hecho me gusta mucha de su poesía, pero no va a ser este poemario uno de mis preferidos. Lo imaginaba más intimista, quizás más sentimental ante el reencuentro con su ciudad, igual esperaba que me conmoviera como ya habían hecho otros poemas suyos, pero exceptuando Sábados, Amanecer y La vuelta (aunque también debería incluir Arrabal y La Recoleta) el resto de los poemas me han dejado bastante indiferente.


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