viernes, 15 de abril de 2016

Hijas y esposas - Elizabeth Gaskell



Considero ya a Elizabeth Gaskell como una de mis escritoras favoritas. Esta es la quinta novela suya que leo (las otras cuatro son: "La prima Phillis", "Norte y Sur", "Vida de Charlotte Brontë" y "Cranford") y cada vez me gusta más: su forma de escribir, la evolución de cada historia (tanto la principal como las secundarias), el análisis de cada personaje, su elegancia al contar los detalles, su sentido del humor... Incluso en el punto flaco de muchas novelas (a mi parecer) como son los diálogos, Elizabeth Gaskell se sale. Es una escritora con todas las letras y poco me falta para conseguir un retrato suyo y darle un abrazo por todas las horas de felicísima lectura que me ha dado.

"Hijas y esposas" tiene una historia que, siendo aún sencilla, tiene muchos matices. Sigo pensando lo que ya dije en "Norte y Sur", que las novelas de Gaskell son novelas que ofrecen más de lo que nos puede contar cualquier reseña. En cada nueva re-lectura estoy segura de que abriríamos los ojos a detalles en los que antes no nos hubiéramos fijado, quizás no sobre la historia, pero sí sobre la psicología de cada personaje y también sobre el análisis social de su época. Gaskell es una de la más grandes escritoras de la literatura inglesa. Su calidad literaria es indiscutible. Su ironía y su sentido del humor son inigualables.

"Hijas y esposas" tiene a la joven Molly Gibson como protagonista. Su padre, el médico de la pequeña localidad de Hollingford, decide casarse de nuevo. La elegida será Hyacinth Kirkpatrick, también viuda y madre de una muchacha de la misma edad que Molly, Cynthia, y que después de muchos años siendo la institutriz para la importante familia Cumnor, es propietaria de una escuela de jovencitas. Dos viudos con dos hijas de la misma edad y con dos formas opuestas de criarlas. Por un lado tenemos a Molly, una joven ingenua y feliz, que ha sido educada con la educación básica de la época y que, aunque no se mencionen sus perspectivas de futuro, se supone que su futuro será casarse y formar una familia. Y por otro lado tenemos a Cynthia, hija de una viuda que tuvo que convertirse en institutriz tras la muerte de su marido (un clérigo de buena familia). El enfoque de la señora Kirkpatrick con respecto a la educación de su hija ha de ser, obligatoriamente, diferente al del señor Gibson, porque esta mujer, al tener que ganarse su sustento, no podía dejar a un azar romántico el futuro de su hija. Así que la señora Kirkpatrick, como mujer práctica y realista, educa a su hija en internados, hasta que la envía finalmente a Francia para sus estudios de institutriz. De esa forma, a la misma edad, Molly y Cynthia tienen un recorrido totalmente distinto. La primera no ha salido de su pequeña localidad, se ha criado en su casa, rodeada del amor de su padre, de las amistades de su madre... y es una muchacha bondadosa, feliz y con unos grandes valores morales. Y Cynthia se ha criado lejos siempre de su madre, sin haber recibido nunca mucho cariño, valiéndose por si misma lejos de cualquier apoyo familiar. Es una muchacha que se ha movido en ambientes sociales más "complejos" que Molly y controla el arte del cortejo, de saber gustar y resultar siempre encantadora, pero, al no haber recibido ningún tipo de cariño, tampoco es capaz de sentir un afecto sincero y real por nadie (excepto el que sentirá por Molly y el Señor Gibson). Molly es sincera y leal en sus afectos pero Cynthia es interesada y voluble. Pero por favor no me entiendan mal, a pesar de sus faltas, Cynthia no es mala. Puede que resulte a veces muy superficial y frívola, que coquetee y juegue con los sentimientos de más de un muchacho, y puede también que utilice la buena voluntad de la gente en su beneficio, pero no es mala. Cynthia, a pesar de sus defectos, tiene también muchas virtudes, sobre todo que en el fondo tiene muy buen corazón y su sincero cariño por Molly y el señor Gibson. Ella, que se conoce a sí misma muy bien, ya nos dice en la novela: "[...] no me considero malvada, pero tampoco virtuosa."

Sé que mucha gente que lea la novela no va a compartir la siguiente opinión, pero me ha encantado el enfoque que tiene Gaskell con respecto a la señora Kirkpatrick, futura señora Gibson. Creedme, es un personaje insufrible, tanto que a veces dan ganas de echarle las manos al cuello (!), pero aún así, me ha acabado gustando. Creo que de todos los personajes de la novela, éste es el que tiene más matices y donde Gaskell realmente se lo ha pasado bien, donde más ha afilado su ironía y su sentido del humor. Le ha dado defectos - muchos - , pero también le ha dado alguna que otra virtud. La futura señora Gibson es la guindilla de la novela, pica (y mucho!), pero también le aporta sabor a la trama. Dándole, como le da, una importancia tremenda a las apariencias no llegamos a saber cómo es realmente hasta que no la encontramos en la intimidad de su casa. Para la familia Cumnor, para la que ha trabajado como institutriz muchos años, que la aprecian y la invitan con frecuencia, es servicial y sumisa. Pero en su interior es algo arrogante, engreída, muy egoista, vanidosa, interesada, y egocéntrica. Pero eso sí, todo con mucha educación. Nunca la veremos salirse de tono. Ante problemas ajenos pondrá una cara de pena que llegará al suelo y la veremos decir más de una vez: "siempre he sido sensible", pero después cambiará de tema y preguntará por ropa o visitas sociales. En cualquier conversación siempre sacará a colación sus buenas relaciones con la familia Cumnor, o hablará de sus parientes ricos en Londres. Adoptará un aire ceremonioso y sofisticado en su nuevo hogar, con Molly y el señor Gibson, y con unas criadas que tendrán que acostumbrarse a una nueva forma - más elegante - de llevar la casa. Es, al principio, muy exasperante, pero al final nos resultará hasta simpática. Congeniar todos esos defectos y al mismo tiempo que no resulte una madrastra malvada es una de las genialidades de Gaskell. La autora utiliza todo su sentido del humor para presentar a un personaje con muchos defectos, pero también con alguna cosa buena: el intento de ser una buena madre para Molly, su sentido de la justicia, etc. A mí la señora Gibson, muy alejada del prototipo de personajes que nos gustan en las novelas, me ha resultado hasta simpática.¿Y cuando se pone melodramática? oh, pero si es que dan ganas de achucharla!

Entre las amistades de los Gibson están los Hamley de Hamley, una antiquísima familia de terratenientes. La familia está formada por el hidalgo señor Hamley, su mujer y sus dos hijos, Osborne y Roger. Roger es, junto con Molly, el otro protagonista de nuestra historia.

También de la familia Hamley se podría decir mucho, todo bueno, eso sí. Los momentos más emotivos y más emocionantes (de esos con la lagrimilla al borde del ojo) vienen por parte de esa familia. Más de una lágrima se me ha saltado leyendo sobre algunos momentos de la familia Hamley. La personalidad de esta familia también es muy interesante, sobre todo - creo - en lo relacionado con Osborne, el primogénito. Roger, nuestro protagonista, es un personaje sencillo, noble, bondadoso, leal y práctico. Tiene, de verdad, todas las virtudes.  Le interesan sobre todas las cosas la naturaleza, la vida animal y las ciencias. Y permanece buena parte de la novela en África. Osborne, el primogénito y heredero de la propiedad, no tiene el carácter práctico de su hermano, y tiene algo de poeta y de filósofo. Es un personaje al que le vemos disfrutar hablando con la gente, es sociable, muy inteligente y educado, y tiene un alma sensible. Elizabeth Gaskell nos presenta a un primogénito que, con todas las posibilidades a su alcance, lo único de lo que no es dueño es de su porvenir. Las expectativas de su familia chocan con sus deseos para su vida, y el resultado será un sufrimiento interior del que no seremos indiferentes.

Llegamos al final de la novela. Hemos visto a Molly Gibson con su nueva madastra y una nueva hermana. Hemos conocido a Roger y a Osborne, y también hemos sabido de todas sus vicisitudes, dudas y altibajos. Y, cuando sólo faltaba un único capítulo, también hemos comprobado - con tristeza - que los autores son de carne y hueso. Porque esta última novela de Elizabeth Gaskell es una novela inconclusa. Y nos apena - profundamente - que tanto trabajo, tanta dedicación, y tantísimo talento, no pudieron llegar a poner el punto y final. Elizabeth Gaskell murió - a los 55 años - dejándonos clarísimo que Molly Gibson y Roger Hamley se querían y serían felices por siempre, pero no pudo, lamentablemente, contárnoslo ella.

Me reitero en lo dicho, no se puede contar en una reseña todo lo que ofrece Gaskell. Quedan personajes, como Mr Preston, o las entrañables hermanas Browning, o la familia Cumnor. Quedaría por mencionar la vida social de Hollingford, que se nos parece en cierta manera a la de "Cranford"... todavía queda tanto qué decir...

No voy a decir que esta novela es imprescindible, porque corta me quedo con esa palabra. Leer esta novela es, de verdad, una bendición.

Otras novelas de la autora:
- Vida de Charlotte Brönte
- Norte y Sur
- La mujer gris.