miércoles, 29 de marzo de 2017

La abadía de Northanger - Jane Austen

Muy recomendable.

Nada hay mejor que después de una lectura un tanto gris y claustrofóbica (la misma "Nada" de Laforet) venga una lectura amable y feliz. Jane Austen (1775 - 1817) es una autora adorada por muchos y odiada por otros tantos - y creo que a veces muy infravalorada - pero sus novelas, sus historias, las peripecias de sus personajes... nos hacen pasar unas horas de lectura muy felices.

Tengo que reconocer que no he leído todas las novelas de Jane Austen, pero de entre todas las que he leído creo que "La abadía de Northanger" es la mejor para empezar. No alcanza la importancia de otras como "Orgullo y prejuicio", "Sentido y sensibilidad" o "Persuasión", pero desde luego es donde uno se encuentra con todo el sentido del humor más puro de esta autora. La abadía de Northanger es una introducción excelente al humor austeniano. Yo la encuentro muy divertida y su heroína principal es uno de los personajes más entrañables que ha creado su imaginación. Catherine Morland es sencilla, crédula, bondadosa, con un alto sentido moral y una ingenuidad irresistible. Desde luego que su pasión por las novelas góticas (como Los misterios de Udolfo, de Anne Radcliffe) no ayuda a mantener a raya a su enorme imaginación, y su espíritu romántico se alimentará de imágenes de héroes y heroínas, de castillos con pasadizos secretos, de fantasmas apareciéndose en noches de tormenta....

"Nadie que hubiera visto a Catherine Morland en su infancia habría podido imaginar nunca que estaba llamada a ser una heroina". Así empieza "La abadía de Northanger". Catherine Morland es una jovencita de 17 años que disfrutará de unas semanas en Bath con sus vecinos, los Allen. Allí, en ese ambiente luminoso, de bailes y reuniones sociales Catherine conocerá a personajes bien diferentes con los que inicia una buena amistad. En Isabella y John Thorpe Jane Austen nos presenta muchas de las malas cualidades que tanto le gustaba ridiculizar: Isabella está a la caza de un marido medianamente rico, es inconstante, vanidosa y la fingida dignidad con la que intenta ocultar todos sus numerosos coqueteos es tan divertida que nos hace reír. John Thorpe es fanfarrón, engreído y muy vulgar. La balaza se equilibra con los Tilney, Eleanor y Henry, que son desde luego una mejor compañía. Con ellos nuestra Catherine visitará la abadía de Northanger, propiedad de su familia desde hace generaciones. Lo que espera a Catherine y a su prolífica imaginación en la abadía se lo dejo ya al lector interesado. Yo le auguro unas horas muy divertidas leyendo las aventuras y desventuras de la señorita Morland.

La abadía de Northanger, a pesar de ser una obra de humor sobre las novelas góticas y su influencia en las mentes juveniles, también nos da una visión realista de la época. Alejad de vuestra cabeza la imagen de un Bath tranquilo y relajado donde uno iba a descansar y a asistir a alguna que otra reunión social. Jane Austen presenta un Bath abarrotado de gente, bullicioso, donde no cabía ni un alfiler y, lo más peligroso de todo, lleno de cazafortunas y engañabobos. Es muy interesante leer las descripciones de la ciudad, de su ambiente y de las convenciones sociales de la época.

Otra de las cuestiones interesantes de la novela es la importancia de la dote en el matrimonio. Desde luego que las que tenían una buena fortuna se evitaban muchas preocupaciones. En Isabella Thorpe Jane Austen censura de una forma divertida a las mujeres que buscaban un marido a la desesperada, pero también nos presenta el gran problema de muchas mujeres que, perteneciendo a una cierta clase social aunque sin medios económicos, no tenían acceso a un mercado laboral. Podremos reflexionar sobre ellas, pero no deberíamos juzgarlas con dureza. Ya lo decía Jane Austen en una de sus cartas:
"Las mujeres solteras tienen una terrible propensión a ser pobres, lo cual supone un argumento muy firme en favor del matrimonio" (13 de marzo de 1817)
Y sólo para terminar, añado un diálogo de nuestra Catherine con John Thorpe:
- Vamos, pero si hay muchísima gente como yo, e incluso mucho mejor.
No, Catherine, no hay mucha gente como tú. Por eso nos gustas tanto ❤.

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