La evolución de la historia de esta novela es bastante curiosa. Justo cuando nos hemos acomodado a un hilo narrativo surge un nuevo hilo, y cuando nos hemos vuelto a acomodar el autor vuelve a centrar la narración en un nuevo asunto. Casi pareciera que la novela tuviera vida propia y Anthony Trollope entendiera las nuevas necesidades de su novela y se fuera adaptando a ella. Es una apreciación quizás muy personal, pero yo distingo en "La señorita Mackenzie" tres hilos narrativos bastante diferenciados.
El primero de ellos no podía ser otro que la presentación de Margaret Mackenzie, una mujer pasados los treinta, soltera y que ha pasado su juventud cuidando de su padre primero y luego de un hermano enfermo. Cuando este muere ella hereda, por sorpresa de muchos, su fortuna. Trollope hará un análisis muy acertado - y lo seguirá haciendo a lo largo de toda la novela - sobre las motivaciones, dilemas, ilusiones y sentimientos de esta mujer. Y lo hace además de una forma muy creíble, a pesar de ser un autor masculino con una protagonista femenina (cosa que a veces en mi opinión no suele ir bien emparejada). Margaret Mackenzie, que acaba de heredar una fortuna se muda a Littlebath y allí entra por primera vez en sociedad. Este primer "hilo narrativo" se centra en la formación de nuevas amistades y en su entrada en sociedad, con lo que surgen, inevitablemente, problemas y dudas sobre esas reglas o normas no escritas de la sociedad; también sentirá la presión social y la influencia perniciosa de algunos personajes... Además, teniendo una fortuna en sus manos es lógico que aparezca gente que le pida dinero y otros, además, le pedirán su mano en matrimonio: tres pretendientes nada menos.
En el segundo hilo narrativo - insisto en que esto es una impresión personal - Trollope hace una análisis bastante exhaustivo sobre la decisión del matrimonio. Trollope nos deja claro que Margaret Mackenzie desea casarse, aunque a veces pueda parecer tener dudas. Su fortuna le da la seguridad necesaria para no tener que tomar esa decisión a la ligera, porque el matrimonio es, desde luego, un asunto serio. Nuestra protagonista es una mujer con muchos valores positivos, pero además es que es sensata y reflexiva y, a pesar de haber vivido lejos de la sociedad y de no tener muchos recursos contra las influencias ajenas, ella misma tiene un carácter poco influenciable. Esta parte de la novela es quizás la que más me ha interesado y creo que Trollope se tomó muy en serio las reflexiones de su heroína sobre el matrimonio. Pensemos por un momento en la difícil infancia de Anthony Trollope con un padre que va contrayendo deudas y una madre que tiene que empezar a trabajar para sacar a su familia adelante. Es lógico que Trollope reflexionara sobre la importancia del buen casarse. Su protagonista va a tener que razonar mucho sobre los pros y los contras de cada uno de sus pretendientes, algunos con unos contras algo molestos, porque al no haber por ahora ningún sentimiento amoroso la decisión tendrá que ser tomada más con la cabeza que con el corazón. Cual de sus pretendientes es la mejor opción y con cual podría formar un buen matrimonio es algo que Margaret Mackenzie no deja a la ligera.
A pesar de que el tercer hilo narrativo siga girando sobre el tema del matrimonio, ya no es el tema protagonista, al menos no de la misma manera que en los capítulos previos. Esta tercera parte es, quizás, la más novelesca de todas: está llena de cosas absolutamente inesperadas, de rodeos, de giros, de dificultades, etc. Tengo que ser sincera, al final la novela - a pesar de que engancha y uno necesita conocer el desenlace - se me ha hecho algo larga justo por todos esos cambios inesperados. Creo que no era necesario tanto despliegue en esta historia. Era bonita tal como la estaba contando, sencilla, reflexiva, era interesante meterse en la cabeza de una mujer del siglo XIX tomando nada menos que una decisión sobre con quién debería casarse. Trollope, después de alargar una historia, que ya era de por sí, perfecta, termina solucionándola en un par de páginas. Demasiado brusco, a mi parecer.